Las infecciones víricas en la infancia que llegan al cerebro pueden facilitar en el futuro el desarrollo de enfermedades autoinmunes, como la Esclerosis Múltiple, según sugiere un estudio reciente.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Ginebra (UNIGE) y los Hospitales de la Universidad de Ginebra en Suiza, proponen una nueva teoría en la que las infecciones víricas sufridas durante la infancia que logran alcanzar el cerebro aumentan la probabilidad de desarrollar la enfermedad autoinmune a posteriori.
Los investigadores respaldan esta teoría con evidencias extraídas de un estudio publicado en la revista Science Translational Medicine . “Nos preguntamos si las infecciones víricas que fueran contraídas en la infancia temprana podían estar entre las posibles causas,” explica el coautor del estudio, Doron Merkler, profesor asociado en el Departamento de Patología e Inmunología de la Facultad de Medicina de la UNIGE. “Pero estas infecciones transitorias pueden, en determinadas circunstancias, dejar una huella local, una firma inflamatoria, en el cerebro,” añade, apuntando a que esta “marca” puede ser un factor a tener en cuenta en la Esclerosis Múltiple.
Lesiones cerebrales después de una infección vírica
En el presente estudio, Merkler y su equipo indujeron primero una infección vírica transitoria (con una cepa atenuada del virus de la coriomeningitis linfocítica) en dos grupos de ratones – uno de roedores muy jóvenes y otro de adultos.
“En ambos casos, los ratones no mostraron signos de enfermedad y eliminaron la infección en una semana con una respuesta inmune anti-viral similar,” apunta la coautora del estudio Dra. Karin Steinbach.
En el segundo paso del proyecto, los investigadores permitieron a todos los ratones envejecer. Entonces, les transfirieron células autorreactivas. Este tipo de célula, explica el equipo de científicos, puede impactar en la estructura cerebral, y algunos investigadores incluso creen que pueden contribuir a la Esclerosis Múltiple.
“Estas células autorreactivas están presentes en la mayoría de nosotros, pero no inducen necesariamente una enfermedad, ya que están controladas por diferentes mecanismos reguladores y normalmente no tienen acceso al cerebro,” explica Steinbach.
Esto ocurrió ciertamente así en los ratones que sufrieron la infección vírica en su adultez. En estos roedores las células autorreactivas transferidas no llegaron a alcanzar el cerebro. Sin embargo, los ratones que sufrieron la infección vírica en su vida temprana desarrollaron lesiones cerebrales – en su caso, las células autorreactivas lograron infiltrar el cerebro y afectarlo. Además, cuando entraron al cerebro, se dirigieron directamente al área donde la infección vírica había estado presente.
Cuando estudiaron los cerebros de los ratones que habían sufrido la infección vírica de cachorros, los investigadores encontraron que un número anormal de células T de memoria residentes en el cerebro, un cierto tipo de células inmunes, se había acumulado en la corteza cerebral.
"Bajo circunstancias normales, estas células se distribuyen a lo largo de todo el cerebro, preparadas para protegerlo en caso de un ataque vírico. Pero aquí las células se acumulaban en exceso en el punto exacto de la infección cerebral infantil,” remarca Merkler.
En estos ratones, las células T de memoria residentes en el cerebro producían una molécula que atraía a las células autorreactivas, lo que les ayudaba a acceder al cerebro y causar lesiones.
‘Continuar la investigación en esta dirección’
“Para verificar esta observación bloqueamos el receptor que transmite la señal a las células autorreactivas,” explica Merkler. Este experimento resultó exitoso: “De hecho, este bloqueo protegió a los ratones de desarrollar lesiones cerebrales.”
Pero los investigadores no pararon aquí. En vez de eso, pusieron sus ojos en pacientes de EM para comprobar si había alguna posibilidad de que sus observaciones en ratones pudieran trasladarse a humanos.
“Tratamos de ver si podíamos encontrar acumulaciones similares de células T de memoria residentes en cerebro que produjeran esta molécula en personas con esclerosis múltiple, y de hecho las encontramos”, relata Steinbach.
Ya que esta línea de investigación se ha probado tan fructífera, en el futuro el equipo de científicos quiere continuar estudiando el papel jugado por estas células T de memoria residentes en cerebro en el desarrollo de enfermedades autoinmunes que afectan al cerebro.
“Estamos continuando nuestra investigación en esta dirección. Concretamente, queremos entender por qué las células T de memoria residentes en cerebro se acumulan en estos puntos discretos en un cerebro que ha sufrido una infección durante la infancia pero no cuando la infección ocurre en la vida adulta.” - Dra. Karin Steinbach.
Fuente: Medical News Today (https://www.medicalnewstoday.com/articles/325597.php)